lunes, 21 de febrero de 2011

MALVAN


Sobre las dos de la tarde llegamos a la estación de Khed para confirmar los billetes del tren que nos llevará a Malvan. Por pura suerte tenemos billete, pero lo malo es que tenemos que esperar unas doce horas, además la estación está apartada del pueblo y sólo hay un bar y un par de tenderetes. Durante la espera descubrimos los super extintores de India, cuatro cubos llenos de arena colgando de una barra metálica.


Cuando por fin llega el tren, hechos polvo, nos ponemos a dormir hasta tal punto que nos pasamos la parada. Salimos corriendo del tren y resulta que estamos en Sawantwadi Rd que ni siquiera parece ser un pueblo, si no más bien una parada en medio de la carretera con algunos bares y tiendas.Después de desayunar para aclarar un poco las ideas, decidimos volver hacia atrás a nuestro destino, Malvan. Inocentemente pensamos que una parada de tren no iba a ser muy complicado de recorrer en bus, pero.... cuatro buses y unas seis horas de viaje interminables en los que cada uno nos daba una opción diferente de ruta después, por fin conseguimos recorer los 50 kilómetros que nos separaban de Malvan.

Llegamos reventados como siempre, aunque son las 17:00 horas el calor ajusticia nuestra llegada. Todos los carteles que suponemos que son hoteles están en Hindi, enseguida notamos que no habrán guiris.Tras unos cuantos kilómetros con la fucking mochila a custas, las fuerzas empiezan a flaquear, todos los hoteles son muy caros. Pero al final topamos con uno barato y limpio en el que además el dueño habla ingles (Sonatcha Motel 400 Rs). Al día siguiente el dueño del hotel nos recomendó el restaurante Bamboo, comemos y salimos en busca de aguas cristalinas y arenas blancas, y efectivamente así era. 3 km de playa sólo para nosotros con un agua limpísima, -por fin encontramos playas tropicales!!-.




Llegado este punto decidimos tomarnos una semanita sabática sin tener que coger trenes ni buses y, mejor aún, lejos de tener que esperarlos. Los días pasan tranquilamente, apenas hay tráfico en esta apacible localidad, el restaurante que nos habían recomendado también era estupendo y con el paso de los días nos entendíamos cada vez mejor con los camareros.


Alrededor del tercer día, nos disponemos hacer snorkeling guiados otra vez por el dueño del hotel. La barca se detuvo a unos kilómetros de la costa en la que había un fuerte antiguo, en él se pueden observar corales que aseguran que tienen más de cien años y un montón de peces de los más variados colores y formas.

























El pueblo tiene una calle principal llena de tiendas que venden todo lo imaginable y más; zapateros, relojeros, tiendas de comestibles, farmacias, bancos, joyerías, tiendas de saris...... vaya que no falta de nada, excepto papel de culo que parecen haberse puesto de acuerdo y ni rastro.

Los días pasan y cada vez nos encontramos más cómodos. En una de nuestras caminatas por la playa nos topamos con un cachorrillo y el canalla decide acompañarnos hasta hora de la comida. Es muy obediente y juguetón y aunque se nos ha pasado por la cabeza adoptarlo sabemos que no podemos. La hora de la comida nos pilla a 5km del pueblo y decidimos comer en un resort de la playa donde el cachorrito decide tomar otro camino. Tras comer seguimos caminando y, pensando que una punta de arena que se veía a lo lejos sería el final de la playa, tuvimos que andar 5 km para darnos cuenta de que la playa no perecía tener fin.


Impulsados por el mono del tabaco entraramos a una village donde encontramos un río muy limpio, extraño ya que estamos en India y no hay río, calle u hotel que se preste a ello. Mirando los carteles nos damos cuenta que estamos en Takarli y que a unos pocos kilómetros más se encuentra la playa de Bogue, de la que nos habían hablado nada mas bajarnos del tren - menuda pateada-.



Vaca haciendo cola
 


Después de siete días con ganas de continuar nuestro viaje, pero con pocas ganas de abandonar Malvan, nos dirigimos a nuestro próximo destino, la conocida Goa.