lunes, 7 de febrero de 2011

FARDAPUR - AJANTA CAVES


Tras unos días tranquilos en Jalgaon decidimos coger nuestro primer bus con destino Fardapur para ver las cuevas de Ajanta (160 rupias dos personas). Aquí los autobuses no tienen suspensión, por lo que cada pequeño bache parece un enorme socavón que te hace saltar en el asiento. Para evitar que los saltos sean tan grandes con el tiempo aprendimos que es mejor sentarse en la parte delantera del bus, aunque a veces está complicado ya que evidentemente los indios también saben este truco. El viaje era de unos 80km y tardamos unas 4 horas.


Nuestro primer viaje en bus estuvo lleno de sorpresas, curvas cerradas en las que parecía que el autobús iba a volcar, una conducta suicida en la carretera, adelantamientos en los que invadían el carril contrario durante minutos... Todo esto ayudó a hacer el trayecto más ameno y divertido a pesar de estar temiendo por nuestras vidas.



Cuando llegamos a nuestra parada el conductor nos avisa para que bajemos. Pero cual es nuestra sorpresa cuando nos encontramos a 2,5 km. del pueblo. Empezamos a investigar, estamos en las puertas de las cuevas de Ajanta, pero estas están cerradas y no hay ni un alma, sólo un indio que parece ser el vigilante. Al vernos, éste nos ofrece su moto para llegar al hotel más cercano, pero dadas las dificultades que mostramos en conducirla con las dos mochilas a cuestas, acaba por ofrecerse a dar un par de viajes para llevarnos.

Este pueblo no tiene cajeros y carece de vida, sólo unos tenderetes en la carretera y el MTDC Resort, es lo único que ofrecen para comer. Además, claro, de los típicos puestos de fruta y los zapateros que remiendan los zapatos más que rotos. Nosotros ignorábamos todo esto, por lo que no llevábamos dinero para pasar el día y el cajero más cercanos se encontraba a 65km. Menos mal que el simpático Alí, guia y vendedor de ganja, se ofreció a llevar a David en moto en un viaje suicida de ida y vuelta que duró 3 horas. Sólo había que ver la cara de David al llegar para entender la dureza del trayecto.

Al día siguiente nos vamos a visitar las cuevas de Ajanta y empiezan más sorpresas: 7 rupias por cruzar un mercadillo lleno de recuerdos por el que te obligan a pasar, 7 rupias más para coger el autobús hasta las puertas de las cuevas y 250 por entrar en ellas. Dados los precios y todo el embrollo que tenían montado pensamos que se trataría de unas cuevas espectaculares y bien cuidadas. Pero la realidad fue diferente. Las cuevas no están bien iluminadas por lo que apenas se apreciaba nada, ni pinturas ni relieves, y por supuesto, nada de fotos. Si queréis ver algo os recomendamos llevar una buena linterna. Hay 30 cuevas, dos están cerradas y cuatro de ellas no están terminadas, por lo que sólo son un agujero profundo. La mayoría son budistas, por lo que en casi todas ellas se encuentra una representación de Buda, en las demás se pueden observar frescos en la pared que representan mitología hindú. Aconsejable visitar a primera hora de la mañana, ya que hacia la 13h cuando salíamos empezaban a llegar autocares llenos de turistas que desfilaban en manada.






































Aún así hay que decir que la situación de las cuevas son muy bonitas, ya que están en medio de un valle y parece imposible que hubieran podido hacer estas excavaciones con tanta exactitud en medio de la roca, teniendo en cuenta los recursos de los que disponían en antaño (400-500 dc).