Ya estamos en Mahararastra. Paramos en esta ciudad sólo de paso para ir a las cuevas de Ajanta, ya que auqí no hay nada que ver, y como en los anteriores pueblos la vida termina a las 11 de la noche,pero al final nos quedamos dos días en el Hotel Morako. Este loudge se sale de las normas, es barato, las habitaciones son enormes, el propietario habla ingles y tiene muchas ganas de darnos información útil incluyendo cualquier tipo de pregunta sobre sus costumbres y rarezas. No es que esté realmente limpio, pero es habitable, no cierra sus puertas por la noche y ademas tiene agua caliente que sale de la ducha, ya que en la India lo normal es pedirla y te la traen en cubos.
Esta ciudad nos impresiona. Es muy pequeña, con un ambiente de pueblo muy agradable, incluso el tráfico parece menos sofocado. Todo está bien cuidado, casi todas las tiendas limpias, por primera vez vemos mujeres barriendos las calles y aurickshaws que ni siquiera preguntan dónde vas si no los paras. Los lugareños son muy atentos y menos descarados, aunque siguen en su línea.
Caminando hacia la estación de autobuses damos con un meeting hindú de aspecto sectario. Miles y miles de personas se congregaban dentro de él. La puerta llena de carteles informativos de cómo se debe vivir correctamente, bajo unas pautas de comportamiento muy restrictivas: prohibido la ropa occidental, hay que ir con sari. Prohibidas las fiestas, sólo rezar.... Por ellas deambulaban unos hombres que impregnaban a otros un punto de color rojo en la frente. El que nos abordó estaba como poseído, sobresaltado, corriendo se acercó a nosotros, bueno mejor dicho a David, y con voz algo extraña comenta que ahí dentro hay un lugar para nosotros y que podemos entrar, aunque vimos que allí no pintábanos nada y para colmo el discurso era en hindú . Evidentemente seguimos nuestro rumbo sin perder el paso y eludiendo cualquier invitación similar, aunque siempre bajo la mirada atenta de 6 niños que no nos quitaban ojo. Tras continuar nuestro camino, estos no tardaron en intentar hacer gestos para hablarnos, despues de una presentación muy típica - ¿witch is your country? -, nos dan a entender que quieren -currency- osea, moneda de nuestro país. No eran los primeros que nos lo pedían y generosa e inocentemente los peques nos cambiaban una rupia por un euro, sin saber que un euro son 60 rupias.
Por la noche, mirando sus programas de teletienda, nos quedamos alucinados viendo que los productos estrellas eran una colonia que con sólo ponértela atraías sin control al sexo opuesto y unas pastillas que tanto niños como adultos pueden tomar para que milagrosamente crezcan unos 50 cms. Vaya, lo mismo que cuando en España anuncian máquinas para hacer deporte y ponerte cachas como por arte de magia.