sábado, 12 de marzo de 2011

MURUDESHWARA

La llegada a Murudheswar fue darnos de frente con la realidad de India, volvimos a encontrarnos solos ante tanto indio. Con apenas cuatro calles como pueblo y kilómetros y kilómetros de playas vírgenes, sentimos en nuestro interior el alivio de las masificaciones de gente en la playa, el pagar por una hamaca y una sombrilla y, sobretodo, la subida de precios a la que nos vemos sometidos en las zonas turísticas. A pesar de todo ello aún quedaba en nosotros un ¨yo qué sé¨ de Goa.

Las sorpresas no se hicieron esperar, un autobús que te deja a 2 km del pueblo y una habitación grande y limpia por pocas rupias ( Hotel Ideal Ice Cream, que como el propio nombre indica era también una fábrica de helados - 350 rupias), monumentos gratis, comida abundante y barata, en fin, volvemos al inicio del viaje. Al acercarnos a la playa vemos a lo lejos una torre de casi 90 metros de altura con todo el revestimiento en piedra tallada y, a pocos metros por detrás, aparece una gigante estatua de bronce con la forma del Dios Shiva, que las malas lenguas dicen que es la más grande de las esculturas existentes de Shiva (50 metros). A ambos lados kilómetros de playas irrumpen en nuestra visión, en ellas sólo grupos de barcas de pescadores, ni una persona, ni un sólo guiri, un impacto visual desde luego después de estar en Goa.



















 

 







Se puede acceder al interior de la torre en la cual hay un ascensor que sube y baja personas sin parar para que puedan fotografía a Shiva desde la última planta. Al rededor de ésta se encuentran cuatro o cinco mini templos que albergan a sus demás Dioses. Recomendamos no ir a ver esta torre de noche, ya que las lucecitas de colores cambiantes y parpadeantes quitan todo el encanto que tiene. A la estatua de Shiva mejor no acercarse, con la altura y proporción que tiene si se quiere contemplar bien hay que mirarla desde la distancia.


 



El segundo día acudimos a unas de sus playas desiertas, tras andar unos kilómetros postramos nuestras posaderas en sus arenas blancas y tomamos unos baños en sus aguas, que eran las más limpias que habíamos visto hasta el momento, a pesar de que el quemazo de la pierna de David pedía un descanso a gritos.





martes, 1 de marzo de 2011

GOA

Habíamos leído y oído, que Goa era un lugar muy turístico, pero no podíamos dejar de parar aquí. Además teníamos ganas de pegarnos una de esas fiestas locas (rave) de las que todo el mundo habla.

El primer autobús nos dejó en Mapusa, una de las principales capitales de Goa, aquí ya encontramos la primera avalancha de guiris playeros. Sin descansar ni un minuto cogemos el siguiente bus que nos deja en Anjuna, uno de los pueblecitos costeros. Al bajar nos quedamos totalmente alucinados, aquí todo el mundo es blanco, esta plagado de guiris en motocicleta y luciendo modelitos fashions.

Para aplacar un poco el shock nos tomamos una birrita mientras hablamos de si seremos capaces de aguantar mucho tiempo aquí. Entre tanto sacamos la guia e intentamos ponerla a prueba una vez más, y Bingo!! por esta vez ha acertado, el hotel Manali (300 Rs) cuesta lo que pone. La habitación es muy sencilla, el baño compartido y el agua fría.

Ese mismo día alquilamos una moto (250 Rs) y recorrimos casi toda la costa norte de Goa. Seguimos alucinando con la cantidad de guiris fashions. Es como una burbuja dentro de la india; los restaurantes han dejado de vender sus comidas tradicionales para pasar a vender todo tipo de comida Europea, desde marisco hasta un surtido muy amplio de pasta Italiana.
Aquí la gente no come con las manos , no mascan tabaco, no te miran con descaro (exceptuando en las playas) y hay papel de culo en todos los sitios, incluso venden croissants.... Es como hacer un paréntesis de la India.




















Sus playas más importantes no tienen nada de especial, aunque hay que decir que no están sucias, y como están llenas de hamacas y sombrillas par todas partes, que aunque destrozan el paisaje, hacen que sean más cómodas.


Playa de Anjuna

La vaquita degustando la sandía de unos turistas

Recorriendo los pueblos por carretera no paramos de ver tiendas de ropa para occidentales y miles de modelitos fashion. Parece que no queda ningún sitio por explotar. Durante las excursiones aprovechábamos para buscar alojamiento barato, pero fue imposible, además el dueño de nuestro hotel nos ofreció un precio más reducido.

Hacia el cuarto día nos decidimos por buscar una fiesta y descubrir cómo era el mundo de la noche. Empezando por un karaoke en Baga, seguido de una pecera en una discoteca en Anjuna y acabando en el Liliput Bar de la misma con una borrachera descomunal de un ron lugareño llamado Old Monk, mezclado con alguna cerveza Kingfisher, que se zanjó con una importante quemada en la pierna de David y Tere conduciendo la moto de vuelta a casa. Todavía no entendemos como pudimos llegar vivos. Dada la resaca que teníamos, decidimos quedarnos unos días más, ya que marchábamos teóricamente ese mismo día.

Con el afán de hacer kilómetros llegamos a las playas de Arambol y Mandren completamente al sur de Goa. Éstas parecen distintas al resto, la gente no es tan fashion, hay un ambiente hippie y las playas no están plagadas de gente. Al final de la playa de Arambol en dirección norte descubrimos un laguito de agua dulce rodeado de vegetación y un restaurante en la misma arena que servía comida india barata.


Playa de Mandrem

Laguito en Arambol

Mandrem desde arriba


También descubrimos que todos se reunen para contemplar la puesta de sol, rodeados de sonidos de tambores y flautas que hacían los más variados ritmos. Los días siguientes los pasamos entre las playas de Arambol y Mandrem disfrutando del sol, sus playas y las ya mencionas puestas de sol.




Al final nos quedamos 15 días y es que, aún siendo como hemos dicho una burbuja, a veces desconectar de la realidad de India es un descanso tanto para el cuerpo como para la mente. Por último comentar que si alguien acude a Goa con el afán de encontrar Raves que sepa que sus días han terminado.